Gracias,
por enseñarme
que
los ojos castaños
también
pueden ser bonitos.
Gracias,
por hacerme ver
que
los colores existen
y
que son todos hermosos.
Gracias,
por explicarme,
y
enseñarme, lo bonito
que
puede ser, un día
en
el que la niebla,
no
deja ver nada
más
allá de mis pies.
Gracias,
porque,
gracias
a ti
aprendí
a amar
la
belleza de lo triste,
y
la tristeza
de
lo llamado bello.