miércoles, 7 de septiembre de 2016

Una de las peores cosas que he hecho,
ha sido sentir que me completabas,
que eras mi media naranja,
sin darme cuenta,
de que yo era la naranja entera.
Y no te necesitaba para respirar,
pero te quería,
precisamente,
porque hacías que me faltara el aire.
Hoy,
he vuelto a pasar
por la avenida
en la que escuche tu voz por primera vez,
ya sabes,
esa en la que siempre decíamos
que intentaríamos vivir algún día,
porque el sencillo hecho,
de que fue donde nos conocimos,
la hacía perfecta.
Te recordé empapada por la lluvia,
porque se te había olvidado el paraguas;
siempre se te olvidaba.
Recordé también,
lo mucho que te gustaba girar
y girar
cuando te ponías una falda.
Y reías diciendo
que eras una princesa de cuento,
y yo me acercaba
y te susurraba al oído,
que mi vida era como un cuento
desde que tú eras mi princesa.
Para mi desgracia,
no pude evitar revivir el día
en el que tu falda
tus tacones rojos,
(los cuales sabías que eran mis preferidos)
y tú,
os alejasteis de mi
quedando empapados
por una aguacero,
de esos,

en los que siempre nos gustó bailar.