Una
de las peores cosas que he hecho,
ha
sido sentir que me completabas,
que
eras mi media naranja,
sin
darme cuenta,
de
que yo era la naranja entera.
Y
no te necesitaba para respirar,
pero
te quería,
precisamente,
porque
hacías que me faltara el aire.
Hoy,
he
vuelto a pasar
por
la avenida
en
la que escuche tu voz por primera vez,
ya
sabes,
esa
en la que siempre decíamos
que
intentaríamos vivir algún día,
porque
el sencillo hecho,
de
que fue donde nos conocimos,
la
hacía perfecta.
Te
recordé empapada por la lluvia,
porque
se te había olvidado el paraguas;
siempre
se te olvidaba.
Recordé
también,
lo
mucho que te gustaba girar
y
girar
cuando
te ponías una falda.
Y
reías diciendo
que
eras una princesa de cuento,
y
yo me acercaba
y
te susurraba al oído,
que
mi vida era como un cuento
desde
que tú eras mi princesa.
Para
mi desgracia,
no
pude evitar revivir el día
en
el que tu falda
tus
tacones rojos,
(los
cuales sabías que eran mis preferidos)
y
tú,
os
alejasteis de mi
quedando
empapados
por
una aguacero,
de
esos,
en
los que siempre nos gustó bailar.